El vino de alta gama ha pasado de ser un deseado objeto de colección o placer personal a convertirse en un activo rentable dentro de las estrategias de inversión. No sólo es una forma de diversificar el portafolio, también de preservar el valor a largo plazo en un mercado cada vez más globalizado y con una demanda constante.

 

 

La calidad, longevidad y rareza del vino son factores fundamentales al tomar decisiones de inversión junto a la calidad de una cosecha, el clima y las características topográficas de los viñedos. Si combinas un buen vino de prestigio con una gran añada y existe un número limitado de botellas, ese vino tenderá a tener un precio elevado.

 

 

“A medida que más personas buscan diversificar sus carteras, las inversiones alternativas, incluyendo el vino, jugarán un rol cada vez más importante en las estrategias de inversión”, asegura Jordi Martret, director de inversiones de Norz Patrimonia.