Más allá de las chaquetas tradicionales y las blazers que han ocupado nuestros armarios durante las últimas temporadas, existe un universo lleno de posibilidades. Una de ellas es el kimono, prenda que repite como tendencia cada cierto tiempo y con la que te atreverás este verano, sobre todo para esas noches más frescas en las que bajan las temperaturas o si eres de las que entre sus planes tiene alguna escapada al norte.
Esta silueta tan fácilmente reconocible nació durante el período Heian (794-1185) en Japón. Durante este tiempo y en sus orígenes, los kimonos estaban pensados para hacer las veces de una prenda interior, sobre la que se colocaban múltiples capas de ropa cuidadosamente elaborada y en la que predominaba el color. Sin embargo, con la llegada de los periodos Kamakura y Muromachi, evolucionó en cuanto a su diseño y la función que tenían, para pasar a ser de forma paulatina en una parte principal más del vestuario diario. Es aquí, durante el período Edo, cuando su diseño tomó la forma que conocemos actualmente, con su clásica estructura en forma de T: formada por unas mangas largas y un ‘obi’ (nombre que toma la banda ancha que se ata alrededor de la cintura).
Más allá de la moda, los kimonos en la sociedad japonesa eran una expresión de identidad y estatus social, que dependía de los colores, los patrones y las telas que se utilizaban. Se conformó así un lenguaje propio a través de estos símbolos, gracias a los cuales podía saberse desde la clase social al estado civil de quien lo llevaba.
A medida que Japón se modernizó y tuvo un mayor contacto con Occidente, el kimono empezó a tenerse en cuenta dentro del imaginario colectivo como un símbolo cultural del país. Algo que ocurrió específicamente a partir de 1868, con la apertura de nuevas rutas de comercio. Desde entonces, son muchos los diseñadores que lo han incorporado en sus colecciones, considerándose innovadores para la época. Cristóbal Balenciaga, Yves Saint Laurent o John Galliano son solo algunos de los grandes maestros que han reinterpretado su silueta hasta llegar a nuestros días.
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