POR QUÉ MACHU PICCHU SE CONSIDERA UNO DE LOS MEJORES

DESTINOS DEL MUNDO

 

Es una de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo Moderno y la mayor atracción turística de

Perú; descubrimos la Ciudadela Inca tras su desconfinamiento

Si hay algo que tengo claro después de haber visitado Machu Picchu, es que la realidad supera,

de largo, las expectativas. Pensé que no iba a impresionarme demasiado, había visto miles de

imágenes a lo largo de mi vida de las famosas ruinas incas rodeadas de montañas, pero me

equivocaba. Machu Picchu es mucho más. Es magia, es energía, es arquitectura innovadora, es

obra maestra de ingeniería, es misterio. Es preguntarse cómo hace más de 600 años los incas

fueron capaces de mover rocas de cientos de toneladas desde canteras situadas a kilómetros

hasta la inaccesible ciudad en la montaña. O cómo sus construcciones, hechas de piedras

irregulares que encajan perfectamente sin haber usado herramientas modernas ni ningún tipo

material que pegue las piedras entre sí, han conseguido conservarse hasta nuestros días.

Vista de Machu Picchu con la montaña Huayna Picchu desde las terrazas de la parte alta

 

LLEGADA A LA CIUDADELA

Llegamos a Machu Picchu al mediodía, después de un entretenido y sorprendente viaje en uno

de los trenes más lujosos del mundo, el Belmond Hiram Bingham. Nos acompañaba un guía de

Belmond, que nos fue explicando de forma muy amena lo que íbamos encontrando a nuestro

paso. Tras el desconfinamiento, además de ser obligatorio llevar mascarilla (aunque está

permitido quitársela para hacer fotos), se han establecido unos circuitos obligatorios que no

permiten retroceder y que tienen como objetivo evitar contagios y preservar el sitio. Al

comprar la entrada se escoge la ruta, en función de si se quiere hacer un circuito más corto o

largo o si incluye la subida a montañas. Nosotros elegimos el Circuito 1 para el primer día, que

no incluye montañas y permite recorrer la parte alta y la parte baja (sector urbano) del sitio

arqueológico y dura 2 horas 30 minutos aproximadamente.

Empezamos nuestra ruta hacia la zona de los andenes y terrazas de la parte alta (desde donde

se hace la típica foto de postal del Machu Picchu). Estuvimos subiendo por caminos estrechos y

escalinatas durante varios minutos que parecieron horas y, por fin, apareció la impresionante

vista de la Ciudadela Inca con el Huayna Picchu de fondo; era como una mezcla perfecta entre

la obra del hombre y de la naturaleza, y confieso que me quedé totalmente impactada. Tanto,

que hasta me emocioné. Es difícil de explicar con palabras; por un lado, la espectacular belleza

del paisaje y, por otro, una especie de áurea mística y energía que transmite este santuario

histórico. De hecho, una de las cosas que más me llamó la atención fue la cantidad de personas

solas y en grupo que estaban meditando, haciendo yoga y otros bailes espirituales en las zonas

destinadas a las explicaciones de los guías, o incluso apoyando sus manos en las piedras

buscando absorber su energía. Sí, Machu Picchu desprende una energía mágica, que te atrapa.

Punto para hacer fotografías con vistas a Machu Picchu

 

LOS TEMPLOS MÁS ASOMBROSOS

De todas las increíbles construcciones del sector urbano, destacaría el Templo de las 3

Ventanas y el Templo Principal, situados en la Plaza Sagrada, por el maravilloso trabajo de

arquitectura hecho con las piedras. Los templos se utilizaban en la época incaica como lugares

de culto y de adoración a sus dioses, como el Dios del Sol o el de la Creación. El Templo del

Cóndor, con su impresionante diseño tridimensional formado por dos grandes piedras en

forma de alas y otra en el suelo como si fuera la cabeza del animal, también es espectacular.

Particularmente, el que más me sorprendió fue el Templo del Sol, por su magnífica forma

circular; ¿cómo pudieron tallar las piedras para conseguir una forma tan perfecta? Aunque hay

muchas teorías, a día de hoy es un misterio.

Otra cosa que llama la atención de los templos es el hecho de que las puertas y ventanas estén

abiertas, pero nuestro guía nos dio la explicación: de esta forma, los vientos pueden cruzar a

través de ellas, creando una especie de refrigerador natural en su interior. Tampoco es casual

la posición de algunas de las ventanas, que están estratégicamente dispuestas para coincidir

con los solsticios y cambios de estación. Toda la ciudad es una verdadera joya arquitectónica.

Sector urbano, en el que se puede apreciar la construcción circular del Templo del Sol

 

EL CLIMA EN MACHU PICCHU

El clima durante nuestra estancia me sorprendió muchísimo. Llegábamos de Cuzco, donde

hace bastante frío debido a la altura (3.400 metros) y cuando bajamos del tren nos

encontramos calor y humedad; la razón es que Machu Picchu se encuentra entre los Andes y el

Amazonas, en una zona subtropical, a 2.400 metros. Esta es una de las razones por la que, a

pesar de lo que se cree, no es frecuente el mal de altura durante la visita a la ciudadela, en

parte porque el cuerpo ya ha tenido tiempo de acostumbrarse en Cuzco (sin embargo, sí puede

ocurrir si se opta por hacer el Camino Inca, donde hay tramos a más de 4.000 metros). Por otro

lado, esperábamos lluvias, ya que estábamos en la estación húmeda, pero tuvimos mucha

suerte. La mayor parte del tiempo el cielo estuvo nublado, algo que se agradecía porque el sol

era abrasador. De vez en cuando, el sol se asomaba iluminando el paisaje, lo que lo hacía aún

más increíble, si cabe. Un día después de volver de allí, las lluvias torrenciales desbordaron el

río de Aguas Calientes e inundaron el pueblo y las vías del tren, cerrando el paso a Machu

Picchu y dejando a miles de turistas atrapados. Si es posible, es preferible ir en temporada seca.

 

     

 

DORMIR A LAS PUERTAS DE MACHU PICCHU

Una vez terminó nuestra primera visita a Machu Picchu, nos dirigimos al fantástico hotel

Belmond Sanctuary Lodge, que está situado a pocos metros de la entrada a la ciudadela inca.

Allí nos esperaba una deliciosa merienda, perfecta para reponer fuerzas, con todo tipo de

exquisiteces: canapés, bocadillitos, pasteles, refrescos, distintos tipos de té… A continuación,

fuimos a nuestra habitación, a la que no le faltaba un detalle: vistas panorámicas a Wayna

Picchu, baño de mármol, minibar, espectaculares telas, magníficos detalles en madera, y lo

mejor: una terraza personal con tumbonas, mesas y sillas, que daba paso a un extenso jardín.

En lugar de relajarnos (ya se sabe que los creadores de contenido no descansan), decidimos

aprovechar para fotografiar y grabar el precioso lugar. Justo antes de la cena, el hotel ofrecía

una cata de pisco, en la que nos explicaron su historia, las distintas variedades que existen y

una clase demostrativa sobre cómo preparar el Pisco Sour, seguida de una degustación del

cocktail más famoso de Perú. Más tarde, pasamos a cenar al restaurante Tampu, abierto solo

para huéspedes del hotel y especializado en cocina peruana y fusión basada en productos que

cultivan en el huerto del Lodge. En mi caso, opté por paiche amazónico (un pez del río

Amazonas) a la mantequilla de hierbas servido sobre puré de castañas y castaña de Cajú,

regado con un vino blanco local; absolutamente delicioso. Tras la cena, nos retiramos a

descansar a nuestra habitación, ya que nos esperaba un nuevo día que prometía estar lleno de

aventuras. Y estábamos en lo cierto. El hecho de que el Belmond Sanctuary Lodge sea el único

hotel ubicado a las puertas de la ciudadela, permite poder acceder al recinto antes de que

lleguen otros turistas; es como tener el Machu Picchu prácticamente para ti solo, pudiendo

descubrirlo sin tener que hacer colas ni esperar para hacer fotos en los lugares con mejores

vistas. Con el objetivo de llegar en cuanto abrieran (las 6:00 a.m.), a las 5:00 ya estábamos en

pie y a las 5:30 desayunando en el restaurante del hotel unos riquísimos huevos fritos con

bacon, bollería, distintos tipos de zumo, fruta y café; había que coger fuerzas.

Habitación del fabuloso Hotel Belmond Sanctuary Lodge con vistas a Huayna Picchu 

 

SEGUNDO DÍA EN MACHU PICCHU

El segundo día decidimos hacer un recorrido más largo, así que escogimos el Circuito 2, que no

incluye montañas y permite recorrer todo el Machu Picchu incluyendo las rutas opcionales al

Puente Inca y al Intipunku (o “Puerta del Sol”, considerada la puerta de acceso más importante

a la ciudad, a la que se llega ascendiendo unos 2 km.), y dura 3 o 4 horas aproximadamente. En

nuestro caso fueron 4 horas, porque nos lo tomamos con calma y grabamos muchísimo

contenido. Ese día había bastante niebla matinal que cubría el paisaje, por lo visto es lo

habitual, pero poco a poco se fue deshaciendo y volvimos a disfrutar de las increíbles vistas y

de un clima muy agradable.

De las cosas que más me llamaron la atención, fueron las llamas paseando en libertad, que en

nuestro caso vimos pastando en la Plaza Central o Principal, la construcción más grande de la

ciudadela, donde se celebraban eventos religiosos y sociales. También me impactaron los sitios

que dicen irradian más energía de Machu Picchu: Intahuatana, que era un reloj solar que regía

las celebraciones y fechas importantes de los incas, y la Roca Sagrada, una enorme roca de 3

metros de alto por 7 de ancho que se cree se utilizaba para hacer rituales religiosos, aunque lo

cierto es que es de las construcciones más enigmáticas. A día de hoy está prohibido tocarlas,

pero había muchísima gente acercando sus manos a las piedras para absorber su energía.

Otra de las construcciones que me sorprendió fue la Escalera de las fuentes, un grupo de

fuentes formado por piedras perfectamente talladas que proveían de agua a toda la ciudad.

Además, Machu Picchu tenía una extensa red de canales subterráneos a través de los cuales

alimentaban las terrazas agrícolas y que absorbían el exceso de agua en temporada de lluvias.

Increíble que en aquella época fueran capaces de idear esta obra maestra de ingeniería.

Llamas en libertad en la Plaza Central de Machu Picchu

 

UN JARDÍN CON VISTAS A MACHU PICCHU

Después de terminar nuestro recorrido por la ciudad, volvimos al hotel a comer algo y

descansar antes de regresar a Aguas Calientes para coger el tren de vuelta a Cuzco. En

realidad, lo de descansar se quedó únicamente en intención, porque descubrir el extenso

jardín botánico de nuestro hotel resultó ser mucho más interesante; vistas a la montaña de

Huayna Picchu, zona de relajación, una gran variedad de aves exóticas y de flores, incluyendo

muchas orquídeas autóctonas (dicen que hay más de 300 especies en Machu Picchu) y un

circuito para recorrerlo con fuentes de agua y espectaculares miradores. Un lugar donde se

respira paz y misticismo, perfecto para estar en contacto con la naturaleza.

El increíble jardín del Hotel Belmond Sanctuary Lodge esconde un Spa con espectaculares vistas

 

OUTFIT PARA RECORRER MACHU PICCHU

Como buena bloguera de moda y lifestyle, aquí van unos tips para recorrer el Machu Picchu

con un look cómodo y con estilo. Lo más importante: ¡no hagáis como yo y llevéis tacones! En

mi defensa, diré que fue un error de cálculo; pensé que tendría tiempo para cambiarme de

ropa después del viaje en tren, y, aunque así fue, no pude coger mi maleta donde estaban las

botas adecuadas, ya que se la habían llevado al hotel. En realidad, no fue tan grave; eran

botines de tacón ancho, no muy alto y bastante cómodo, y pude recorrer la ciudad sin

problema, pero en muchos momentos estaba más pendiente de ir mirando por dónde pisaba

que de lo que me rodeaba. Por cierto, ¡menos mal que nuestra entrada no incluía la subida a

ninguna montaña! Eso SÍ podría haber sido un drama. Os recomiendo llevar ropa cómoda,

zapatillas o botas de montaña, sombrero para protegeros del sol y un top o camiseta para las

horas de más calor. Por encima, es buena opción (y queda muy bien en las fotos) llevar un

típico poncho peruano. Hay puestos y tiendas en Cuzco y por todo el Valle Sagrado, pero mi

favorito es el Centro Artesanal Textil de Cusco, donde los podéis encontrar a partir de 40 soles

(unos 10€). Eso sí, tendréis que negociar.

Con una pasajera del tren Belmond Hiram Bingham

 

Texto: Paloma García Cuanda

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